10.2.09

Cuando empieza a terminarse

No soy yo. Es el mundo el que gira. La vida. Todo gira y vuelve a repetirse. Una y otra vez. Y así se repiten los días y las semanas. Los meses y los años. Todo gira en círculos.
Y ahora, ya con los parlantes arreglados y el champagne servido, no soy yo. Es el piso el que gira. Y con él las luces, la música, la gente, las falsas esperanzas. 
Es tarde ya. Sentados a mi lado, veo a varios con los ojos cansados. En la mesa no hay más que un par de vasos sucios y servilletas usadas. Vago reflejo de lo que supo ser. Pero, en realidad, lo que importa no es la mesa, sino lo que esconde debajo del mantel. Lo que no se quiere mostrar.
Cada vez hay menos gente. Es ahora o nunca. Un vaso más y voy, me digo. No puede ser tan difícil. Me paro y empiezo a vagar por la pista sin rumbo aparente. Ya no hay marcha atrás. Me acerco a ella, y le digo al oído:
-¿Querés bailar?
En sus labios adivino un no, imperceptible debido al volumen de la música.
-¿Cómo te llamás?
Rocío, creo que me dice.
-Un gusto Rocío.-le digo ya dando media vuelta y dirigiéndome a mi mesa, pateando maracas, antifaces, y cotillón en general.
No puede haber sido más simple, me digo.